La ciudad eterna cuenta con un antiguo amor por los gatos, que remonta a la época de la Roma imperial, cuando el gato era considerado un animal doméstico y un fiel compañero de la vida terrenal y el más allá. Muchos nombres y apellidos de la antigua Roma derivaban de la palabra “gato” en latín y la adoración de la diosa Isis (protectora de los animales y sobre todo del felino por excelencia), a la cual se dedicaban templos en todas las ciudades del Imperio, contribuía a fortalecer el amor por el gato, como animal sagrado e importante. A lo largo de los años se han dedicado incluso poemas a los gatos de Roma, por ejemplo por un artista de origen romano, como Trilussa.

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A día de hoy Roma dedica mucho cuidado y atención a sus habitantes felinos, y paseando por la ciudad, desde el centro a la periferia se encuentran varias colonias protegidas de gatos, sostenidas y cuidadas por los ciudadanos sensibles y amantes de los animales.

La más grande y quizás la más famosa es aquella que se encuentra en las impresionantes excavaciones arqueológicas de Largo di Torre Argentina, una zona sagrada con una historia milenaria, aquí surgían el Teatro y la antigua Curia de Pompeyo y se cree que se produzco la muerte de Julio Cesar por Bruto y los demás conspiradores.

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Inmersos en las ruinas de los templos antiguos, se encuentra un gran grupo de gatos, formado lentamente durante los años: de hecho, desde el 1929 (año en el cual fueron descubiertas las ruinas de Largo di Torre Argentina) los animales callejeros de la ciudad han comenzado a buscar refugio entre los antiguos templos y muchos romanos iniciaron la costumbre de traer aquí los gatos abandonados. Para cuidar de ellos estan las gattare y los gattari de Roma, ciudadanos con pasión por estos maravillosos felinos y disponibles para dedicarles su propio tiempo y atención.

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Otro lugar encantador donde encontrar a gatos y gatas protegidos y cuidados por voluntarios dedicados y disponibles es el cementerio protestante o Cementerio Inglés, situado cerca de la Pirámide Cestia en el barrio de Testaccio. Un lugar mágico y tal vez poco conocido en la capital, que alberga, entre otras, las tumbas de los poetas John Keats, Percy Shelley, Antonio Gramsci y uno de los cinco hijos de Goethe. Con su espectacular vista de la Pirámide, algunas esculturas maravillosas y el silencio que lo invade es, definitivamente, un lugar para visitar. Caminando por el verde entre las tumbas famosas y menos famosas, se encuentran diferentes gatos, gorditos, limpios y de muy distintos colores, y en la entrada del cementerio se puede hacer una donación para su cuidado.

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Además de los gatos de la Pirámide y de Largo di Torre Argentina, se encuentra una pequeña colonia felina en los jardines de Plaza Vittorio, donde se encuentra la Puerta Mágica, otro destino que los verdaderos curiosos de los tesoros escondidos de la capital no se pueden perder. Paseando por la ciudad seguramente también encontraran gatos durmiendo tranquilamente en los monumentos y ruinas más impresionantes, añadiéndole un toque más fascinante a los tesoros de Roma.